ECLESIASTÉS

BOSQUEJO SUGERIDO DE ECLESIASTÉS

Introducción (1.1–3)
I. Sus razones iníciales (1.4–2.26)
A. El hombre es nada más que «diente de engranaje» (1.4–11)
B. La sabiduría del hombre no puede comprender la vida (1.12–18)
C. La riqueza y el placer no satisfacen (2.1–11)
D. La muerte viene y lo acaba todo (2.12–23)
E. Conclusión: Disfruta de las bendiciones de Dios (2.24–26)
II. Sus observaciones más profundas (3–10)
A. Dios tiene un propósito en este «fatigoso ciclo de la vida» (3)
B. La riqueza y el placer pueden glorificar a Dios (4–6)
C. La sabiduría de Dios es mejor que una vida de insensatez (7–10)
III. Sus conclusiones finales (11–12)
A. Vivir por fe (11.1–6)
B. Recordar que la vida acabará un día demasiado pronto (11.7–12.7)
C. Obedecer la Palabra de Dios y temerle (12.8–14)
NOTAS PRELIMINARES A ECLESIASTÉS
I. NOMBRE
ECLESIASTÉS (gr., Ekklesiastes; heb., qoheleth, que probablemente significa el portavoz oficial de una asamblea). Tradicionalmente se le ha atribuido el libro a Salomón, debido a la inscripción (Eclesiastés 1:1) y varias alusiones a la sabiduría del autor (Eclesiastés 1:16), su interés en los proverbios (Eclesiastés 12:9; 1 Reyes 4:32) y sus proyectos de construcción (2:4-11).
El libro presenta un panorama pesimista de la vida apartada de Dios. El escritor nos dice que los interminables ciclos de la naturaleza (Eclesiastés 1:2-11), la sabiduría (Eclesiastés 1:16-18; 2:12-17), el placer (Eclesiastés 2:1- 8) y el trabajo (Eclesiastés 2:9-11; 2:18-23) carecen de sentido.
Hay un panorama positivo de la vida que surge del libro, al cual se le puede llamar una teología de contentamiento. A la luz de la falta de sustancia y significado en la vida, el Predicador anima a los lectores a disfrutar de la vida, porque es Dios quien nos da ese privilegio (Eclesiastés 2:24, 25). Esta satisfacción no le pertenece a toda la humanidad, porque el trabajo del pecador termina en futilidad (Eclesiastés 2:26). Sin embargo, el contentamiento piadoso no es el mayor bien de la humanidad. El Predicador nos recuerda que habrá un tiempo futuro en el cual Dios juzgará todas las cosas. Esta es la conclusión de su búsqueda del sentido de la vida (Eclesiastés 12:14).
Recuerda el consejo del apóstol Pablo ante la futilidad de la vida, porque como el Predicador, miraba más allá de la falta de sentido de la vida a su redención futura (Romanos 8:20; vv. 22-25).
El Predicador nos anima a temer a Dios y a obedecerlo. Sólo cuando se toma en cuenta a Dios (Eclesiastés 12:1) y se observa su voluntad (12:13), la vida imparte propósito y satisfacción.
«Eclesiastés» procede de la palabra griega ekklesía, que en el NT se traduce «iglesia» o «asamblea». Lleva la idea de un predicador (o del que debate) hablándole a una asamblea de personas (véanse 1.1–2; 12.8–10). El Predicador aquí presenta un problema práctico y lo analiza procurando llegar a una conclusión.
Examina todo lo que ofrece la vida. El autor descubrió que la vida aparte de Dios carece de significado y nos insta a temer a Dios y obedecerle. Sólo así encontraremos propósito y satisfacción.
El nombre de este libro significa “El Predicador”. La sabiduría de Dios nos es predicada aquí, por medio de Salomón, que es evidentemente el autor. Al terminar su vida, convencido de su pecado y necedad, él narra aquí, en el libro de su arrepentimiento, su experiencia para provecho del prójimo; y declara que todo bien terrenal es “vanidad y aflicción de espíritu”. Nos convence de la vanidad del mundo, y que no puede hacernos felices; de la vileza del pecado, y de su tendencia certera a hacernos desgraciados.
Nos muestra que ningún bien creado puede satisfacer al alma, y que la felicidad ha de hallarse en Dios solo; y esta doctrina debe guiar al corazón hacia Cristo Jesús, bajo la enseñanza del bendito Espíritu.
II. AUTOR Y FECHA
Se Menciona a Salomón como autor; Véanse 1.1–2, 12. Sin duda se le conoció tanto por su sabiduría como por su riqueza y disfrute de placeres. Ningún otro rey del AT encaja mejor en la situación descrita en este libro.
Aunque la descripción del «predicador» parece indicar que fue Salomón (1.1; cf. 1 R 3.12 y Ec 1.16), el nombre de este rey no aparece en la obra. En Eclesiastés se ha encontrado cierta influencia fenicia, lo que podría indicar que se escribió en tiempos de Salomón. No obstante, ciertos rasgos lingüísticos hacen creer que lo escribió alguien del post-cautiverio basado en la experiencia de Salomón.
Bajo la influencia de cierta diversidad de estilo y vocabulario, algunos opinan que el libro se debe a varios autores, pero es más probable que sea de uno solo. El tema no es muy evidente. El autor busca el significado de su existencia y examina la vida «debajo del sol», desde todo punto de vista, para ver dónde se encuentra la felicidad.
El libro quizá se escribió en un período de 40 años, del 970 al 931 a.C.
NOMBRE QUE LE DA A JESÚS. Ecle: Cap.: 3: El Que Está Por Encima Del Sol.
III. TEMA
El tema aparece en 1.1–3 y puede expresarse: «¿Vale la pena vivir?» Salomón mira la vida con lo que parecen contradicciones y misterios, y se pregunta si el «inacabable bregar» de la existencia vale la pena. Las personas se esfuerzan toda su vida, luego mueren y alguien menos digno hereda su riqueza y la desperdicia. Salomón llega a la conclusión de que lo mejor que se puede hacer es disfrutar de las bendiciones de Dios hoy, temerlo y guardar su Palabra. Por supuesto, con la aclaración adicional del NT sabemos que «nuestro trabajo en el Señor no es en vano» (1 Co 15.58).
Algunas de las palabras y frases clave en Eclesiastés son: hombre (56 veces), trabajo (26 veces), debajo del sol (28 veces), vanidad (37 veces), sabiduría o sabio (53 veces) y mal (31 veces). Tenga presente que Salomón razona sobre lo que ve y conoce «debajo del sol». Si usted se detiene en Eclesiastés, se quedará en las sombras; debe avanzar a la plena revelación del NT para tener todo el consejo de Dios. Muchas de las sectas falsas citan versículos aislados de este libro para respaldar sus extrañas doctrinas.
IV. PROBLEMAS
¿Enseña Eclesiastés que los hombres mueren como los animales y que no hay vida después de la muerte? No. Léase con cuidado los versículos de la «muerte»: 2.14–16; 3.16–22; 6.1–6; 7.2–4; 9.1–4.
Usted notará que Salomón en efecto cree en la vida después de la muerte. En 3.17 menciona un juicio futuro y también en 11.9 y 12.14. Si no hay vida después de la muerte, ¿cómo puede haber un juicio futuro? Lo que ocurre a hombres y bestias, en 3.19–20, es que tanto los unos como los otros van al mismo lugar: el polvo. Pero nótese el versículo 21, donde el espíritu del hombre vuelve a Dios; Véanse también 12.7. Salomón no tenía la revelación completa del NT con respecto a la vida, la muerte, la resurrección y el juicio, pero no contradice las enseñanzas del NT.
¿Enseña Eclesiastés a «comer, beber y alegrarse»? No. Lo que sí enseña, sin embargo, es que debemos recibir las bendiciones de Dios y disfrutarlas mientras podamos. Cada uno de los pasajes de «disfrutar» se equilibra con uno de «muerte»: 2.12–23 con 2.24–26; 3.16–21 con 3.12–15 y 22; 6.1–7 con 5.18–20; y 9.1–4 con 8.15–17. Salomón dice: «A la luz de la brevedad de la vida y la certeza de la muerte, disfruta hoy de las bendiciones de Dios y el fruto de tu trabajo. Usa estas bendiciones para su gloria». Esto concuerda con Pablo en 1 Timoteo 6.17. Salomón no aconseja el placer desenfrenado y la embriaguez. Más bien nos aconseja a apreciar la vida y sus bendiciones mientras podamos.
Las verdades de Dios no se revelan de una vez por todas; en la Biblia hay un desarrollo progresivo de verdad. Debemos interpretar Eclesiastés a la luz del NT. Si la muerte lo acaba todo, la vida no vale la pena vivirla y los seres humanos en verdad son miserables. Pero cuando conocemos a Cristo como Salvador y Señor, la vida se convierte en una emocionante aventura de fe. Y nuestros trabajos no son en vano en el Señor, porque un día seremos recompensados (1 Co 15.51–58). La salvación y la resurrección en Cristo hacen la vida digna de vivirse. «El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Jn 2.17). «Sus obras con ellos siguen» (Ap 14.13). Las conclusiones de Salomón en los capítulos 11–12 recalcan esto: vive por fe, obedece a Dios y Él se encargará del resto. Disfruta de sus bendiciones e invierte tu vida en lo que realmente cuenta.

1-12

Imagínese una asamblea de judíos mientras escuchan al rey Salomón hablar respecto a un importante problema. Salomón es el «predicador» o «el que debate» en esta asamblea (1.1–2, 12; 7.27; 12.8–10) y el tema que considera es este: «¿Vale la pena vivir esta vida?» ¿Puede pensar en un tema más práctico? ¿Y puede pensar de una persona mejor para tratarlo? Porque Salomón fue el más sabio de todos los reyes, hombre cuya sabiduría y riqueza le permitieron experimentar una vida plena. En esta breve sección sólo podemos tocar los puntos principales de este interesante libro.

I. SE DECLARA EL PROBLEMA (1–2)

«¿Vale la pena vivir esta vida?» Esta es la cuestión que Salomón debate. En 1.1–3 indica su primera conclusión: la vida no vale la pena vivirse porque está llena de vanidad (vacío). Luego indica sus razones:
A. EL HOMBRE SÓLO ES UN DIENTE EN UN ENORME ENGRANAJE (1.4–11).
¿Qué es el hombre comparado con el vasto mundo? Todo en la naturaleza continúa, siglo tras siglo, pero el hombre está aquí por un breve tiempo, luego muere. Todo parece muy desprovisto de significado. Es vanidad. (Salomón usa la palabra «vanidad» treinta y siete veces en este libro.) Puesto que la vida es tan corta y el hombre tan insignificante, ¿por qué molestarle con vivir siquiera?
B. EL HOMBRE NO PUEDE COMPRENDERLO TODO (1.12–18).
Salomón fue el más sabio de los hombres, sin embargo, cuando trató de comprender el significado de la vida, se quedó confuso. Cuántos filósofos sabios han tratado de explicar la vida, sólo para admitir completa ignorancia. ¿Es razonable vivir cuando no se puede entender de qué se trata al fin y al cabo la vida?
C. LOS PLACERES DEL HOMBRE NO SATISFACEN (2.1–11).
Salomón tenía abundancia de dinero, placer, cultura y fama; sin embargo, admitió que estas cosas no satisfacían. Tampoco duraban. Véanse lo que Jesús dijo al respecto en Lucas 12.13–21.
D. LA MUERTE LO ACABA TODO (2.12–23).
«Un mismo suceso» (la muerte) le ocurre tanto al necio como al sabio, al rico y al pobre. Una persona trabaja toda su vida, luego muere y deja la riqueza para que otro la disfrute. ¿Es esto justo? Estos cuatro argumentos parecen conducir a una gran conclusión: para el ser humano no vale la pena vivir. Pero Salomón no llega a esa conclusión. En 2.24–26 nos dice que debemos aceptar las bendiciones de Dios hoy, disfrutarlas y beneficiarnos de ellas. Esto concuerda con el consejo de Pablo en 1 Timoteo 6.17. Pero incluso este «vivir para hoy» no satisface por completo, porque los seres humanos quieren ir más allá de hoy. Así que Salomón retrocede en los siguientes ocho capítulos («vuelve y considera»; véanse 4.1, 7; 9.11) y estudia sus argumentos de una manera más profunda.

II. SE DISCUTE EL PROBLEMA (3–10)

A. DIOS TIENE UN PROPÓSITO EN NUESTRAS VIDAS (CAP. 3).
Dios equilibra la vida: nacimiento-muerte, tristeza-alegría, encuentro-partida. ¿Por qué lo hace? Por dos razones:
(1) para que no pensemos que podemos explicar fácilmente las obras de Dios (v. 11), y:
(2) para que aprendamos a aceptar y disfrutar lo que tenemos (vv. 12–13).
Dios ha puesto «eternidad» en nuestros corazones (v. 11, donde algunas versiones traducen «mundo» en lugar de «eternidad»). Esto quiere decir que las cosas del mundo jamás pueden realmente satisfacernos. Por consiguiente, debemos hallar la voluntad de Dios para nuestras vidas y permitirle que Él «mezcle los ingredientes» de acuerdo a su propósito.
B. DIOS DA RIQUEZAS DE ACUERDO A SU VOLUNTAD (CAPS. 4–6).
Estos capítulos tratan del significado de las riquezas. ¿Por qué una persona es rica y otra pobre? ¿Por qué hay injusticia y desigualdad en el mundo? Porque Dios tiene un plan para nosotros, no debemos confiar en las riquezas inciertas sino en el Señor. No viva para las riquezas, sino úselas de acuerdo a la voluntad de Dios.
C. LA SABIDURÍA DE DIOS PUEDE GUIARNOS POR LA VIDA (CAPS. 7–10).
La palabra sabiduría (o sabio) se usa más de treinta veces en los capítulos 7–12. Es cierto que la sabiduría del hombre no puede sondear el plan de Dios, pero Él puede darnos sabiduría para conocer y hacer su voluntad. Simplemente porque no logremos comprenderlo todo no significa que debemos darnos por vencido en desesperación. Confíe en Dios y haga lo que le dice que haga.
¿Notó que en cada una de estas tres secciones Salomón enfatiza el disfrute de las bendiciones de Dios y la realidad de la muerte? Léase 3.12–21; 5.18–6.7 y 8.15–9.4. Puesto que cada persona va a morir, no debemos molestarnos en trabajar ni ahorrar dinero ni servir a Dios: ¿es esto correcto? Salomón dice: ¡No! Y en los capítulos 11–12 explica lo que significa.

III. SE DECIDE EL PROBLEMA (11–12)

Salomón ya ha decidido que el hombre no es «un diente en el engranaje» y que no hay nada de malo en disfrutar de las riquezas y placeres para la gloria de Dios, y que nuestra incapacidad para comprender todo lo que Dios hace no es obstáculo para una vida feliz. En los capítulos 11–12 Salomón resume todo el asunto con tres admoniciones prácticas.
A. VIVE POR FE (11.1–6).
Las circunstancias nunca van a ser ideales en esta vida, pero debemos seguir adelante y obedecer a Dios y confiarle a Él los resultados. Si espera el viento o el día correcto, quizás pierda la oportunidad.
Tal vez parezca necio, como alguien que arroja pan en aguas corrientes, pero Dios velará para que eso vuelva a usted.
B. RECUERDA QUE LA VIDA ACABARÁ (11.7–12.7).
¿Es esta una sugerencia morbosa? No. Es realismo cristiano. Un día morirá, de modo que aproveche al máximo la vida que tiene ahora. Esta no es una actitud mundana: «Comamos, bebamos, y alegrémonos, que mañana moriremos». Más bien es la actitud de Pablo en Filipenses 1.20–21: vivir es Cristo y morir ganancia. Nótense aquí las tres palabras clave dirigidas especialmente a los jóvenes: alégrate (11.9), quita (11.10) y acuérdate (12.1). Alegrarse de las bendiciones de Dios mientras se es joven; quitar de la vida los pecados que causan tristeza; y acordarse de servir a Dios y temerle en los días de la juventud. En 12.1–7 tenemos una descripción poética de la ancianidad y la muerte. Analice si puede descubrir cuáles de estos términos poéticos se refieren al cuerpo humano.
C. TEME A DIOS Y OBEDÉCELE (12.8–14).
Viva como quien un día enfrentará el juicio. ¿Se quemarán sus obras cuando el fuego de Dios las pruebe? (1 Co 3.9–17). Si así lo desea, interprete las conclusiones de Salomón a la luz de 1 Corintios 15, el gran capítulo de la resurrección en la Biblia. Si la muerte lo acaba todo, la vida no vale la pena vivirse, y todo verdaderamente es «vanidad» y vacuidad. Pero 1 Corintios 15 aclara que la muerte no es el se acabó. En razón de que Cristo resucitó de los muertos, nosotros también resucitaremos. Y la gloria y la recompensa que gozaremos en la eternidad dependerá de las vidas que hayamos vivido aquí en la tierra. Por consiguiente, nuestra labor «en el Señor no es en vano» (1 Co 15.58).
Desde el punto de vista humano «debajo del sol» parece como si la vida es fútil y vacía; todo es vanidad. Pero cuando se vive en el poder de Dios y para su gloria, la vida se vuelve significativa. Una persona puede vivir y laborar cincuenta años y luego morir. ¿Significa esto que desperdició su vida?
Por supuesto que no. Su trabajo en el Señor no es en vano. Cuanto Cristo vuelva, recibirá las recompensas de sus trabajos. «El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Jn 2.17). El inconverso lo pierde todo al morir; lo mismo el cristiano carnal y mundano que «será salvo, mas así como por fuego» (1 Co 3.15). Pero el cristiano fiel que hoy se regocija en las bendiciones de Dios y usa su vida para glorificar a Cristo, recibirá abundantes recompensas en la vida venidera.

A la luz del NT, Eclesiastés no es un libro «pesimista» que niega las alegrías de la vida. Más bien demuestra que aunque hay muchos misterios en la vida que no sabemos explicar, podemos vivir de tal manera que disfrutemos las bendiciones de Dios y glorifiquemos su nombre.